Las flores hacen más que jardines y decoran mesas. Su aroma, dulce, como almizcle o, a veces, como cítrico, no es solo para el placer humano. Es un mensaje de atracción, un susurro químico destinado a los polinizadores.
Durante años, los científicos han tratado de descifrar el código genético detrás del olor floral, y ahora un equipo de investigación ha encontrado una pieza crucial del rompecabezas.
Bajo el liderazgo del profesor Alexander Vainstein en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el estudio muestra que un solo gen, PHDEF, es doble deber. No solo forma los pétalos; También controla el olor de la flor.
Este descubrimiento podría reformar la agricultura, la horticultura e incluso la biotecnología.
Pago de forma y enlace de aroma en flores
El estudio gira el guión sobre lo que pensamos que hizo Pphdef. Este gen siempre fue conocido por definir pétalos, pero los investigadores descubrieron una función diferente e inesperada: ayuda a producir aroma floral.
Y no solo en cualquier momento. Phdeef más tarde pone en el desarrollo de la flor y la orquesta de la liberación de conexiones que atraen polinizadores.
Con la ayuda del análisis genético y por el interruptor de genes inducidos por virales, el equipo de investigación probó lo que sucedería si PhDEF se apagara.
El resultado? Una disminución dramática en el aroma floral. Petunias, que una vez llenó el cielo con su aroma, de repente no se volvió detectable, sus señales químicas perdieron.
«Nuestros hallazgos muestran que PHDEF no solo es responsable de definir pétalos, sino también de coordinar la producción de conexiones de olor que son cruciales para la polinización», dijo el profesor Vainstein.
«Esta doble funcionalidad sugiere que las flores de petunia han desarrollado un mecanismo regulatorio integrado para optimizar su atractivo para los polinizadores».
Producción de olor en flores
PhDEF no solo actúa bajo el control del aroma floral. Los expertos lo identificaron como un regulador importante que activa otros dos reguladores genéticos importantes, EOBI y EOBII. Estos reguladores luego controlan una serie de genes responsables de producir y liberar conexiones de aroma floral.
Ver PhDEF como un mazor más maestro. Cuando está activo, causa una reacción en cadena. Primero el EOBI y EOBII, que luego activa otros genes involucrados en la producción de olor. Este proceso conduce a la creación y emisión de moléculas como el metilbenzoato y el alcohol bencílico, conexiones que le dan a las flores su aroma característico.
Para probar el papel de PHDEF, los científicos permanecen en silencio con Petunias. El resultado fue sorprendente: las flores perdieron la mayor parte de su aroma, pero sus pétalos permanecieron sin cambios. Esto demostró que la producción de olor y la formación de pétalos, aunque ambos controlados por PHDEF, son procesos individuales.
El descubrimiento sugiere que el olor floral se puede ajustar a través de cambios genéticos sin cambiar la apariencia física de la flor.
Lo que esto significa para flores y cultivos
Imagine que las flores son criadas por belleza, pero despojadas de su aroma, como rosas que se ven hermosas pero que no huelen nada.
Muchas variedades comerciales han sufrido este destino. Pero ahora, con Phdef en el centro de atención, los científicos pueden traer a los científicos de regreso a las flores criadas para la estética.
Las implicaciones se extienden más allá de las plantas decorativas. Muchos cultivos dependen de los polinizadores y mejorar el aroma floral pueden aumentar su atractivo para las abejas y otros polinizadores esenciales. Los aromas más fuertes pueden significar mejores rendimientos, polinización más confiable y mayor estabilidad para la agricultura.
La industria del olor también podría beneficiarse. Al ajustar el PHDEF y las rutas correspondientes, los bioingenadores pueden hacer flores con perfiles de olor específicos, creando perfumes naturales que se adaptan a las preferencias humanas.
El equilibrio refinado de la naturaleza
Este descubrimiento agrega una capa diferente a nuestra comprensión de la biología vegetal. Muestra cómo la naturaleza optimiza cada detalle, por lo que las flores no solo se ven atractivas, sino que también producen las señales químicas correctas en el momento correcto.
El vínculo genético entre la formación de pétalos y la producción de olor revela un sistema cuidadosamente equilibrado, uno que puede tener aplicaciones que van mucho más allá de lo que vemos hoy.
«Este descubrimiento promueve nuestro conocimiento de la biología vegetal y ofrece posibles aplicaciones para la cría de cultivos más resistentes y polinizativos», dijo el profesor Vainstein.
La ciencia continúa retirando el telón de los secretos de la naturaleza. Con cada avance, nos acercamos a utilizar estos sistemas complicados, ya sea que tengamos que crear flores más fragantes, mejorar la polinización o desarrollar nuevos aromas para la industria.
Cuanto más aprendemos, más nos damos cuenta de que nada en la naturaleza es por casualidad. Todo es parte de una sinfonía finamente sintonizada que tiene lugar en cada jardín, campo y invernadero.
El estudio se publica en la revista La célula vegetal .
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